Vacaciones y otras formas de morir

18 de julio de 2022

Cuando una se convierte en madre y todo es malvivir, desde la primera contracción hasta el fin de tus días, hay cosas y situaciones que aunque mantienen el mismo nombre, pierden su definición original como, por ejemplo, las vacaciones.

Antaño, cuando las dos rayas del predictor ni se habían adivinado, las vacaciones eran la panacea, un no parar de sol, playa, piscina, comidas, cenas, copas, amigos, risas, trasnoche, levantarse tarde, remoloneo en el sofá y la hamaca y mucho dolce far niente del bueno, pero es comprar el primer biberón y las vacaciones dejan de ser vacaciones para convertirse en otra cosa, a veces mucho peor incluso que las no vacaciones.

Cuando los niños son pequeños, el infierno es mucho mayor porque de llevar una cesta monísima a la playa y un caftán marbellí, una pasa a llevar una mudanza completa, las piscinas son para convertirte en la socorrista oficial, quemándote la espalda, el cogote y los nervios vigilando al niño, los trasnoches son sin copa y con la criatura en brazos o, lo que es casi peor, si los dejas con la abuela, todo el rato al teléfono para responder y dar instrucciones y lo peor de todo, es que no hay quien consiga levantarse tarde ni un solo día y recuperar la elasticidad y el colágeno perdido.

Una que ya tiene a los pelirrojos crecidos, pensaba que eso sería diferente este año, que la niña ya se lima las uñas y el niño vive a lo suyo pegado al ordenador, pero no. Así ha sido mientras trabajaba pero ha sido empezar las vacaciones y los niños se me han revolucionado como una manada de hienas y el malvivir se ha intensificado en mis miserables dos semanas sin trabajar.

Por mucho que me empeñe dando órdenes cual sargento, no hay manera de que nadie se acueste antes de la 1 de la madrugada, lo que no sería tan terrible si no fuera porque el pelirrojo se levanta, llueva o truene, a las 6.30 o 7 de la mañana sin falta, aunque lo acuestes a las 6 de la mañana, a las 6.30 o 7 ya está en pie, con la energía de un cocainómano y dando pisotadas de Bigfoot y yo, que tengo el sueño ligero cual mosca y que ya me he pasado media noche en vela con los ronquidos del páter, el camión de la basura, el mosquito y el insomnio personal, me despierto al escucharlo, con 4 horitas de sueño en el cuerpecito y la cara de C. Tangana en un mal día.

Luego si toca playa todo es muerte, baños en familia, untadas de crema, calor infernal, niños achuchando en la hamaca y conversaciones sobre Pokémon y TikTok a voz en grito mientras yo trato de cerrar los ojos y recuperar cordura entre chicatazos de la pistola de agua y puñados de arena en el jeto. Si es piscina, todo es mira cómo hago el pino, mírame cómo doy la voltereta seis veces seguidas y porfa haznos una foto con tu móvil. Si es salir a comer, las opciones son limitadas, a la pelirroja todo le da asco y el pelirrojo, que sí es un sumidero, acaba convencido por la primogénita y se pone a su servicio para boicotear los planes molones. Por supuesto, nos da exactamente igual lo que digan, pero claro luego al mirar la carta todo es drama y coñazo, así que acaban ganando porque es eso o el parricidio. También tenemos opciones culturales en forma de películas de dibujos tediosas y soporíferas y mientras se me pasan las pelis europeas que quiero ver, ingiero palomitas dulces viendo Gru y compañía y aguantando ya no sólo a los míos, sino a los niños de media Málaga gritando como gaviotas enfurecidas. Si vas de rebajas a echar un ojo, tienes que aceptar dejar al pelirrojo lamiendo espejos o recolgado en los percheros y a la primogénita fantaseando con los looks de Rosalía y haciendo poses en el probador, mientras tú intentas analizar la nueva colección zarera para poder seguir siendo una moderna según Amancio, pero entre negativas y amenazas dedo en alto, no hay manera. Así que cuando el otro día fuimos a El Corte Inglés a hacer unos recados con 40 grados de terral y los niños peleándose por quién hablaba primero y vimos que ya estaban colgados los carteles de la vuelta al cole, casi lloro de la emoción. Y es que, como ya he dicho, las vacaciones no serán lo que eran pero la vuelta al cole, tampoco. Ahora es magia. Magia de la buena.

¿Y vosotros? ¿Cómo van vuestras vacaciones?

6 Comentarios

  1. Susana, desde Italia con amor jaja

    Mi hijo me dice, que suerte tienes de no trabajar mami, vives en unas vacaciones continuas.. Los cojones!! Vivo en el día de la marmota jaja todos los días lo mismo.. Aquí llevan de vacaciones desde el 8 de junio y la vida no me da para más, desde ese día la casa llena de preadolescentes inundando mi piscina y la casa entera, porque niños para dentro, niños para afuera. Gritos muchos gritos. Nevera vacía todos los días, porque cuánto comen estos chiquillos de hoy en dia, coña… Y olor a cabra, que esa es otra, las hormonas juegan muy malas pasadas y aunque estén en remojo todo el día, el olor aflora si o si jajajaja En fin, feliz verano!!!

    Responder
    • Flor Enjuto

      Jajajjajajajjajjaja, lo del olor a cabra me ha matado! Es que una cree que cuando crezcan darán menos guerra, pero de eso nada, casi peor, diría yo. No vamos a librarnos nunca del malvivir!! jajjaja

      Responder
  2. Mamagnomo

    Nada como tener un pequeño Kamikaze de año y medio que no te deja sentarte ya que además de intentar ahogarse por todos los medios en la piscina, intenta huir velozmente como si de un Cacho de Fermín fuese debido a su tamaño mini. ( era un chistaco de los 90 sobre Fermin Cacho, milenials véase google, lo he hecho hasta queriendo. JA!)
    Sumado a un ser de casi 5 con manguitos y flotador como niño de los 50, con pánico a morir como en Titanic, que no para de gritar “¡Mamá báñate conmigo!” Y que con tal de que se calle me meto con un pie en el bordillo por si el suicida vuelve a atentar contra si.
    Súmale dos medianas con aspiraciones de nadadoras artísticas que se bañan provocando el cartel de NO HAY ENTRADA en la piscina de la cantidad de amigas con las que juegan a Marco Polo y vacían la piscina tirándose de bomba de la mano.
    Sólo la mayor me da tregua pero me tiene sospechando con ese silencio y me voy a dar una vuelta con mi amiga X. No cuenta nada y se pasa el día diciendo que la piscina es un rollo y mejor se va a los columpios con 40 grados donde no hay una mala sombra pero se aglutinan seres de su edad. No sé de qué tratan sus amenas conversaciones pero intentaré enterarme si sobrevivo al levante que me mantiene en la piscina. Hoy ya hay viento sur y VOLVEMOS A LA PLAYA!

    Responder
    • Flor Enjuto

      Jajajjajajjaja, no sé por qué ansiamos las vacaciones si son peor que un campamento militar. Lo tuyo es de nota con tanto niño y tanta diversidad generacional de preocupaciones. La grande ya mismo te pone los ojos en blanco y entonces vas a ser tú la que te tires en bomba a la piscina o a ella, quien sabe! jajjaja… Vida perra!

      Responder
  3. Carmen, la de los churumbeles

    Esa etapa es de las peores, no hay duda. Aguanta un poquito más que volverá ese Antaño y en mayúsculas, aunque vuelva con una etiqueta colgando, a tope de letra pequeña, resumida en un , qué estarán armando hoy?! Pero gana mucho el cuerpo tirado a la bartola, aunque la mente estea hirviendo.. Con algo se hay que quedar, la maternidad es infinita. En que momento me tocó el boleto premiado…maremía si me vuelvo adolescente con lo que sé hoy.. La que iba a (des)armar. Disfruta, guapa, algo bueno caerá. Besazo.

    Responder
    • Flor Enjuto

      Ay, qué ilusión! A qué edad les pasa eso?? El problema es que conociendo a los pelirrojos igual dan más guerra cuando sean libres y sin supervisión y yo instalando gps ilegales en sus móviles. Yo quiero el antaño ése. Dame esperansssssas

      Responder

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.