Planes de otoño y otras formas de sufrir un infarto

22 de agosto de 2022

Que sí, que aún estamos en agosto y esto todavía es verano, que hace 40 grados a la sombra y que aún queda mucho para mi ansiado otoño, con sus chaquetitas, su nueva colección de Inditex y su vuelta al cole, pero en Málaga y esto no puede negarlo ningún malagueño de pro, una vez que se acaba la Feria, se entra en modo otoño y aunque se siga sudando porque el calor no se va hasta noviembre, lo mismo no es. Eso es así(n).

Así que agarrándome a ese clavito ardiendo, he decidido que para mí ya es otoño, y punto. Y, por tanto, es hora de hacer listas, planes y proyectos para el año nuevo porque yo soy de las que empieza el año en septiembre y no en enero, que para eso soy una jovenzuela y sigo con el modo estudiantil.

De ese modo, ya he vuelto a fantasear con apuntarme al gimnasio del que me suelo borrar antes del tercer mes y del segundo día de asistencia, pero sobre el papel todo es más fácil y la sala fitness ahora, desde el salón de mi casa con mi aire a 20 grados, me parece el paraíso. También es hora de reiniciar la dieta, cualquiera de las quince que he hecho en los últimos tiempos y me digo que lo que necesito es una alimentación saludable sin excesivas restricciones que la mamma no aprobaría. Mucha fruta, mucha verdura, proteína saludable y mucha agua. Lo veo. Y reducir la cocacolazero a mínimos históricos.

Me apunto también lo de acostarme pronto y conseguir una rutina de sueño para no tener los ojos cuenca de Cruela de Vil cada mañana y levantarme enérgica y radiante como una princesa Disney rodeada de pajarillos y ganas de vivir. Y a los niños, organizarlos cual marines, que lleven al día las tareas, los exámenes y los trabajos. Nada de gomaevas a las diez de la noche ni repasos con el colacao.

Y ya puestos, apuntarme a clases de inglés y sacarme hasta el C2, sólo ver pelis en inglés y leer en inglés y vivir en inglés. Aunque también ya puestos, debería terminarme los 7 volúmenes de ‘En busca del tiempo perdido’ de Proust y ponerme al día con un par de programas de diseño que tengo abandonados, ser más activa en las redes, ponerme siempre las gomillas infernales que me manda la ortodoncista, meditar de vez en cuando, salir a andar, hacer natación para las cervicales y aprender doscientos millones de cosas que siempre quiero aprender.

Y así, mientras relleno hojas y hojas de mi libreta de las listas, empiezo a entrar en bucle de ansiedad al visualizarme haciendo todo lo que dice en el papel que voy a tener que hacer y me imagino comiendo brócoli y lechuga a destajo cual conejillo de campo, sin un lingotazo de cocacolazero que echarme a la boca, yendo y viniendo del gimnasio, fucsia, con la coleta destrozada y los pelos en la cara, con dieciocho contracturas acumuladas, pero sin poder protestar porque tengo la boca recosida a gomillas como Keanu Reeves en Matrix y me tengo que comunicar como la niña de Anna Sullivan, sin el descanso de una peli o un cutre reality, sólo películas en inglés de las que no entiendo la mitad o en su defecto leyendo a Proust y transitando por el camino de Swann más muerta que viva, mientras vigilo que la niña me lleve al día las ecuaciones de segundo grado y no se me haga una choni y que el pelirrojo no se empadrone frente al ordenador, todo a tiempo para poder darme un baño relajante, meditar, cenar zanahorias hervidas medianamente pronto para poder acostarme a una hora decente y descansar 8 horas seguidas, aunque me meta en la cama con la libreta de mates de la niña, el audio de la meditación, por supuesto en inglés, el pelo mojado y una zanahoria colgando de la boca engomillada.

Vamos, que visto lo visto, mejor tiro la libreta por la ventana y me voy a la playa, que, bien pensado, el verano tampoco está tan mal.

4 Comentarios

  1. Mamagnomo

    Con ese panorama mejor sigamos en bikini. Yo paso de listas. A ver qué me depara el nuevo curso que es cuando empieza el año realmente y la cuesta es la de septiembre, no la de enero. No pienso hacer ni medio propósito. Salvo el de la dieta, que ese me lleva rondando desde julio con tanto helado!

    Responder
  2. Rosa María

    Yo creo que es mejor «dejar fluir» no vaya a ser que se te atragante la magdalena de Proust. Te lo dice una que es fan de las listas y plannings y que está pensando en crear un Bullet Journal de esos que se llevan ahora. Pero solo de pensar que se acaba el verano y en octubre cambiarán la hora me entra la depresión.

    Responder
  3. Carmen

    Ayy como me suena eso…jajajj Pero confirmado que sigamos en modo verano, unos meses más que a esto del vivir descontrolado y con resacas continuas me da la vida al tiempo que me la va quitando…

    Responder
  4. loly

    Yo también estoy pensando en una lista de propósitos. Algo si estoy haciendo de lo que me he ido proponiendo pero todo se tuerce cuando empieza el curso. Como te entiendo.Son fantásticas tus reflexiones y muy divertidas.

    Responder

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.