Aventuras y desventuras de una cuarentona moderna, a medio camino entre la aceptación y la negación, el perreo y el croché, que sobrevive como pollo sin cabeza y con dos pelirrojos preadolescentes en nuevo territorio enemigo
El señorómetro II. Acéptalo, eres una señora si…
1.- Amas en secreto el mundo mártir y dices cosas como ‘es la primera vez que me siento en todo el día’ haciendo mucho hincapié en tu nivel de sufrimiento, ‘si yo me voy os come la mierda’, aunque tu consorte limpie más que tú o el clásico ‘sólo estaba echada en el sofá pero dormida no, como si yo me pudiera dormir tan fácil’ aunque hayas despertado con tu propio ronquido. 2.- Por mucho que sólo quieras hablar de planes de fiestas y viajes futuros, cuando te juntas con amigas, al final siempre...
Cosas que le complican la vida a una madre. El Ratoncito Pérez.
‘El Ratoncito Pérez es un mierda’. Es lo que le escuché una vez a un niño cuya madre le explicaba en una juguetería que no esperase que le trajera noséqué Nerf, que en todo caso le traería algunas golosinas y monedas y tampoco muchas, que para eso están los Reyes, lo que al niño le pareció, como diría el pelirrojo, una estafa. ‘El Ratoncito Pérez es un mierda’, dijo, y yo no puedo más que darle la razón. No sé quién inventó a este señor ni al hada de los dientes ni a otros sucedáneos tratantes...
El señorómetro. Acéptalo, eres una señora si…
1. Tienes una visión alterada de la edad. Todos los que crees que son como tú, tienen en realidad diez años menos. Y todos los que sí tienen tu edad te parecen muy mayores y estropeados para su edad. O sea para tu edad. También te escandalizas cuando ves a los modelos de perfumes porque te parecen niños de 15 morreándose y retozando y en realidad son modelos de 25 y 30 que ya han pasado por tres clínicas de desintoxicación y tienen mínimo diez años cotizados. 2. Las resacas te duran una semana...
Las etapas playeras
En la vida hay cosas que cambian radicalmente cuando te conviertes en madre y que ya apenas se parecen ni de lejos a las que eran antes, vamos que antes podían ser un sueño idílico y con el libro de familia en la mano, una pesadilla, una pesadilla de las malas, como por ejemplo -un, dos, tres responda otra vez- ir a la playa. Como buena señora del sur costero, siempre he sido fan muy fan de playa, sobre todo cuando una era jovenssuela y aún no reparaba en manchas en la cara, los melanomas y...
Operación Comunión. El traje
El tema de la Comunión del pelirrojo es tan grande y abarca tanto desasosiego que tengo que contarla por capítulos para no haceros un post de 20 páginas y mataros de estrés un lunes por la mañana y, entre los momentos destacados como en la gala de los Oscars, la búsqueda del traje merece una distinción especial además, lógicamente, de un tratamiento psicológico para todos. Mi intención era vestir al niño de civil, es decir, pantalón chino -a ser posible bermudas- camisa y chaqueta, como...
Futuros distópicos
No sé a los vuestros, pero a mis hijos les encanta hablar del futuro. Que si una va a ser maestra pero de las buenas que no mandan nunca deberes y aprueban con un 4 a todos los que le caigan bien o veterinaria pero sin operar ‘que me da mucho asco la sangre’ o ‘cantante de música en inglés como Kate Perry’ -dios libre al mundo de esto último y a Katy Perry de escucharlo- y el otro que si ingeniero o científico para poder hacer explosiones -no tengo muy claro dónde ha oído lo de las bombas...
El termómetro o cómo perder la custodia
Hace unas semanas, cuando el pelirrojo entró en bucle de vómitos y no encontrábamos ninguno de los doscientos termómetros que tenemos en casa -que poco se habla de esto pero los termómetros son el nuevo calcetín perdido- el páter apareció una tarde con uno electrónico de última generación Covid, de ésos que te toman la temperatura a distancia y a los que no les falta un detalle, que lo mismo te dice si tienes fiebre, que te recomienda una endodoncia o te orienta en la carrera profesional. Una...
Dramas deportivos
Llevo perdida la cuenta de los gimnasios en los que me he matriculado y más aún de las veces en las que me he matriculado en cada uno de ellos, Así soy yo. Una mujer de impulsos. Reúno el papeleo, invierto el dinero que debería gastarme en otros menesteres en un bono anual, semestral o trimestral, nunca mensual por aquello de que así me autogenero un compromiso basado en la culpa. Luego vuelvo a invertir en material, ropa deportiva horrible, botella para el agua que sabe a metal, toallas...
El día horribilis
Destacar un día horribilis cuando eres una señora trabajadora, madre de dos pelirrojos y estás, como diría Chus Lampreave, mala de los nervios, no es tarea sencilla, básicamente porque casi todos lo son, para qué vamos a engañarnos. Así que éste que os vengo a contar es, digamos, un día especialmente horrible, pero no es ni el único, ni el primero ni desgraciadamente el último, y más habitual de lo deseado, lo que pasa es que otras veces me suelo venir arriba con un puñado de Ruffles al jamón...
Ou mama
La maternidad es como el láser. Duele pero te deja la piel fantástica. No digo en sentido literal, obviamente, porque si hay algo malo para la piel no es el sol ni el paso del tiempo ni los radicales libres, son los hijos y la vida perra que nos dan, que no hay ojeras que duren más que las de las recién paridas, pobrecitas mías, pero eso sí, con los hijos y sus risas, ocurrencias y achuchones se nos queda una vida preciosa. Dolorida pero preciosa. Eso es asín, que diría la Esteban. No es que...