Vivir en el centro de Málaga en plena Semana Santa es lo más parecido a la muerte que se me ocurre y si encima lo haces con una pelirroja licenciada en itinerarios cofrades, loca por morir de sobredosis de incienso y por no perderse un encierro, a ser posible con el varal hincado en la frente a dos milímetros del traumatismo craneoencefálico, una familia incombustible que te espera bajo el balcón como la santa compaña y un cansancio crónico sólo aliviado por grandes dosis de red bull, la cuestión se recrudece más que en la guerra de Vietnam.
Para avisar a la familia de mi poca predisposición al martirio, ya dejo claro el viernes antes, en un arranque de valor inusitado, que solo se me verá el pelo en un par de ‘tradiciones’ familiares semanasanteras, pero claro, la carne es débil y la culpa elevada y al final sin saber cómo ni dónde, me veo itinerario en mano, rodeada de niños hiperactivos, señoras violentas amenazando dedo en alto y empujones nivel muerte por aplastamiento. Que en estos casos lo de la edad no es un grado.
El pelirrojo y el pater, que están a dos asignaturas de hacerse ermitaños, uno por presunto otaku y el otro por listo, me miran con los ojos en blanco si se me ocurre decirles siquiera de bajar a chupar incienso, cosa que entiendo a la perfección, pero la pelirroja obviando su naturaleza de floja consumada, se ducha, se viste y hasta se peina a cualquier hora intempestiva y se coloca en la puerta en posición de salida dispuesta a perseguir tronos hasta la madrugada.
Para más malvivir, mi casa se encuentra justo en el triángulo de las Bermudas cofrades, en el epicentro donde todo ocurre, donde todo es tambor, trompeta, mecida y filigrana, y en él montan guardia dos millones de fieles enviolentados vivos, que se asientan horas antes de la primera procesión, como si aquello fuese la tierra prometida sin dejar opción ni a toser ni a cruzar por allí, vivas o no enfrente y tengas que salir a trabajar, a comprar o a hacerte una analítica de orina, o bien seas un transeúnte al borde de la muerte que necesite ayuda médica urgente. Por allí no se pasa. Nunca. Jamás. Bajo ningún concepto. Así que cada vez que una tiene que salir del portal, tiene que elaborar mil estrategias militares para dejar los menos daños a su paso, dando vueltas kilométricas por la ciudad y sonriendo de oreja a oreja dejando claro tu llegada en son de paz, lo que da exactamente lo mismo, porque luego, cuando aparece la mamma, que en su versión ‘anssiana’ está echando todavía más morro del habitual, se cuela por cualquier milímetro libre, sigilosa como un ninja y, claro luego soy yo y los doscientos familiares que vienen detrás, los que tenemos que andar lidiando con las represalias con la cara desencajada y pidiendo disculpas con cara de Torrebruno y yo, sin saber muy bien qué estoy haciendo allí, con los ojos como un mapache moribundo, los pelos llenos de plastas de algodón de azúcar y menos de tres horas de sueño en el cuerpo.
Y así ha sido, de domingo a viernes, como las locas, cada día con más ojeras y más taurina en el cuerpo, persiguiendo a la mamma saltimbanqui e insurrecta, con mi hermana, mis primas, mis tías, todas discutiendo el mejor enclave para ver ésta o aquella, buscando en mí, que suelo estar de viaje astral, el aliado que haga que su opción sea la ganadora, como si yo pintase algo en la jerarquía cofrade familiar y, entretanto, doscientos niños matándose vivos, pelirroja incluida, escupiéndose las cáscaras de pipas tijuana a la cara, coqueteando con el garrote vil con manzanas de caramelo y protestando por no estar lo suficientemente cerca cuando tenemos que retirar la cabeza para que no nos la abran con un varal, como si estuviéramos en el Grand Prix de Ramón García, o cuando con solo girarme podría chuparle la cara al portador si quisiera, que sólo me faltaba eso, pero se ve que si no está subida al manto de la Virgen o montada en la cabra de la Legión no está lo suficientemente cerca, como le dijo el jueves un señor a su mujer que también protestaba por no estar más cerca del desfile de legionarios “Chiquilla, pues si quieres estar más cerca ya, el año que viene te alistas”. Y no le faltaba razón.
Y cuando por fin llegaba a casa con restos de cera en las entrañas, los ojos vueltos y los pies como si hubiese hecho el Camino de Santiago tres veces seguidas, me tocaba lidiar con el colofón de tambores, marchas, encierros, gritos y niños con trompeta de plástico bajo la ventana, traspasando el climalit y mis tapones para dormir, en un no parar de sufrimiento hasta poco antes del amanecer. Y cuando creías que ya podías hincar el pico y dormir 30 minutos hasta que sonara el despertador, aunque fuese con el niño diabólico tocando la trompeta de fondo y la pelirroja metida en tu cama en un duelo de Pressing Catch, llegaban los camiones de la limpieza con un ruido nivel reactor nuclear, que el primer día hasta despertaron a la pelirroja, -desde pequeña de sueño inalterable, incapaz de mover un párpado aunque le toque una banda de cornetas y tambores en la almohada-, y nos asomamos asustadas, por si aquello eran tanques rusos en plena invasión a la Costa del Sol, pero no. Y cuando volvimos a la cama poco antes de que pudiera cerrar los ojos para disfrutar de mis 15 minutos de descanso nocturno, escucho a la niña susurrar en mi nuca muy bajito y despacio, como en una película de terror: ‘Mamá, que ya lo he decidido, que el año que viene voy a salir de nazareno’. Y toda mi vida pasó ante mis ojos.
Vamos, que hubiera preferido ver a Putin bajo el balcón.
Lo que te voy comentando: la estación de penitencia en ese caso no la hacen ellos sino las madres que preparamos todo: túnicas, plazos, acreditaciones para menores, bocadillos, agua y aquí en Sevilla reparten caramelos.
Merece más la pena salir nosotras!!!!
Firmado: madre experta de 5 nazarenos sevillanos.
Y te voy leyendo…y se me van esfumando las ganas de bajar a Málaga por semana santa…Eso, oye, que te estás ganando el cielo y pedazo cielo…
Para ser justos diré que es muy bonita, los tronos, las mecidas, las marchas y el ambiente pero que es agotadora también. Y que si eres como mi familia que deja las sillas para meterse en los callejones, es muerte. Jajajaja…
¡Qué horror! Y persiguiéndola por todo el recorrido en plan madre de la Pantoja… A ver si en un año que queda, le quito las ganas
Lo explicas de forma suave jajaja, caramelos, estampitas, medallitas…hasta pulseras. Te has olvidado del calor sofocante de este año y de los jartibles, no salen en una sino en dos o más como los míos.
Aquí hemos tenido las 4 estaciones en una semana. Hasta llovió un día. Un día en el que la mamma nos obligó a esperar bajo la lluvia tronos que no iban a salir. Drama. O sea, que un día calor inferbnal y al otro frío polar. Muy duro todo. Y en Málaga reparten estampitas pero por lo demás, nada de merchandising. Ni un caramelito que echarse a la boca, jajajja
🤣🤣🤣🤣 Con tu descripción me parece revivir mis años viviendo en Jaén.. Una Vasca que de Semana Santa no entendía absolutamente nada, y se vio de repente envuelta en todo aquel follón de calles estrechas para ver los pasos en los mejores sitios, porque según mi suegro ahí costaba más dar la vuelta y era más emocionante verlo 😅😅😅.. Reconozco que nunca lo llegué a entender bien del todo y menos cuando nació Daniel y con mi Arrue de tamaño integral no podía ni salir de casa por miedo a no poder regresar.. jaja Besosss
Reza para que se eche un ligue ateo y se le pase, jajaja.
Si no es por creyente sino por folclórica, que en la Feria no se quitaba la flor hincada en el cráneo día y noche. Es malaguismo puro. Lo que es mucho peor. Ay.
El ligue ateo es peor, te lo digo yo. Llega igual de tarde, pero encima tú no le ves el pelo y sufres de imaginar qué estará haciendo. De nazarena, le vas viendo el capirote, aunque sea de lejos…
Pues mira tu por donde que el otro día, mientras veía el reportaje sobre las procesiones en vuestra tierra, comenté como quien no quiere la cosa que me gustaría ser de una Hermandad y salir en la procesión con mantilla incluida. La cara de mi marido y mi padre, sin comentarios. Aquí en Badalona tenemos una de las procesiones más antiguas, La procesión del Silencio, nocturna y en la que, durante todo su recorrido sólo se escuchan los cánticos de los tres niños que van delante de cada paso. Mi hija Laura salió hace tres años.
Pero la verdad es que debe ser emocionante ver la Legión llevar el paso.
Ohhh, lo de la mantilla me encanta! Pero mi plan es vestirla sin tener que salir de procesión, sólo para el paseo como una señora, jajajja
Anoche seguíamos a las 4 de la mañana dando vueltas por la casa,el horario de semana Santa es peor que el de verano o invierno..
Totalmente. Y el cansancio acumulado también es horror.
En Semana Santa no cojo vacaciones. Prefiero trabajar para evitar todo lo posible los efectos de madre sufridora de hijos y padre que salen en dos cofradías sevillanas.
Jajajjaja, haces muy bien! Igual el año que viene voy a echarte una mano… en el trabajo, digo.
Y se te olvida comentar que tu casa es el lugar de avituallamiento y adecentamiento del resto de los cofrades (nivel friki) de la familia…con lo que tienes que preparar catering y toallas limpias, Jajajaja
Jajjaja, haciendo méritos para que cuando sea anssiana me lleven al cine al menos
Aqui en Argentina no se estilan las procesiones en Semana Santa, hasta donde yo se, solo en algunos lugares, en la fecha del santo, pero nada como lo de ustedes.Aunque me pisoteen y me caminen por la humanidad me encantaria participar alguna vez de una en tu tierra- Feliz Pascua!!
Jajajjaja, claro que sí! Te veo vestida de mantilla!