Hace unas semanas, cuando el pelirrojo entró en bucle de vómitos y no encontrábamos ninguno de los doscientos termómetros que tenemos en casa -que poco se habla de esto pero los termómetros son el nuevo calcetín perdido- el páter apareció una tarde con uno electrónico de última generación Covid, de ésos que te toman la temperatura a distancia y a los que no les falta un detalle, que lo mismo te dice si tienes fiebre, que te recomienda una endodoncia o te orienta en la carrera profesional. Una bicoca.
Lógicamente a los pelirrojos les encantó, hasta el punto de pasarse el día no sólo tomándose la temperatura en un bucle sin fin, sino tomándosela también al sofá, a la lámpara o a la pata de la cama, todo es poco para esta nueva ilusión máxima. Disparándose uno al otro a la cara y cambiando de Celsius a Fahrenheit para descubrir que tienen 96 grados y morir de la ilusión febril. Qué queréis que os diga. Majaras recién llegados del pueblo todos.
Tanta es la fascinación por el aparato, que el pelirrojo movido por el ansia viva de enseñárselo a los compis, que al parecer ya habían quedado prendados del aparato vía vídeollamada de whatssap, como si el termómetro fuese un hallazgo divino, decidió llevárselo a escondidas al colegio en el tupper del desayuno, para no olvidarse de fardar mientras se comía el sandwiche y disparar el termómetro a diestro y siniestro para fascinación absoluta de los amigos.
La historia no tendría más importancia si no fuese por la forma del aparato en cuestión, bastante parecida, por no decir exactamente igual a un ‘satisfyer’. Igual. Igualito. Obviamente, como mujer de mundo que soy, me di cuenta en el minuto uno que lo vi, pero en casa lo mismo me daba que hubiera tenido forma de fusta, total, los niños no saben de estos menesteres (espero), pero, claro, no contaba con el hecho de que el pelirrojo tenía pensado llevárselo al colegio y pasearse con el termómetro ‘satisfyer’ en la mano entre niños de primaria, madres amantísimas y monjas docentes.
Así que cuando a la salida, el niño apareció triunfante por la verja con el aparato en la mano, no hubo una sola madre que no lo mirara con los ojos desencajados, mitad curiosas, mitad escandalizadas como si verdaderamente el niño llevara un ‘satisfyer’ que le hubieran prestado en el colegio para el fin de semana, como cuando te daban la cobaya o el peluche putrefacto en infantil. Y, claro, no daban crédito. Lo miraban, miraban al niño y luego me miraban a mí, que justo acababa de descubrir que el niño se lo había llevado al colegio y no sabía dónde meterme.
‘Es un termómetro, jajaja, es un termómetro, jaja’ repetía al aire como si me acabaran de pillar atracando un estanco, mientras, entre la multitud, con los ojos fuera de las cuencas trataba de alcanzar al pelirrojo que con la mano en alto mostraba al populacho el falso ‘satisfyer’ como si fuera la estatua de la libertad de la corrupción de menores.
Como pude, traté de hacerme con el termómetro y metérmelo en el bolso pero claro, el niño no entendía nada y tampoco podía explicárselo o igual sí, pero no estaba el día para abrir ese melón, así que tuve que decirle que era un termómetro carísimo y muy difícil de encontrar y que por eso no era buena idea llevarlo al colegio porque podía perderse. ‘Claro, con razón las monjas me han dicho que no se me ocurra volver a traerme ese aparato al colegio. Nunca. Nunca jamás’.
Y ahora, con el tic en el párpado, no sé si es mejor explicarle el asunto a Madre Mercedes mientras le muestro los beneficios de medir en grados Fahrenheit, o dejarlo estar y quedar como madre moderna e inconsciente que le regala ‘satisfyer’ a sus hijos para que los luzcan en el patio. O cambiar al niño de colegio o iniciar una nueva vida en Canadá. Cualquier cosa me va bien.
Jajajajajajaja En los apuros en los que nos tenemos que ver!
Vaya show.Super divertidos tus post
Muchas gracias! La vida misma… jajaja
Muero con el pelirrojo, me hubiera encantado ver las caras en el patio del cole….muy fan de tus post.
JAJAJAJAJA
Lo que hubiera dado por ver las caras de esas madres y la tuya.
Jajajjaa, la mía de ‘he visto a la muerte’…
Nos tendrían que indemnizar al menos, jajaja
Pobres monjas jajajaja…. A nosotras nos hacían comer el plátano con cuchillo y tenedor porque era obsceno decían jajajaja No entendía nada!!!
No puedo contigo,jajajaja, ni estaba el día para abrir ese melón
Ese melón se lo dejo al futuro lejano jajajjaa
Jajajajajajajajajajaja, madre mía qué bochorno
No lo sabes tú bien… jajajjaa
Yo casi pasaba de explicar nada…Jajajjj qué bueno!! He visto la foto y he pensado, mente sucia la mía jajajjj Muy fan de Nicolás, sí señor y de su madre, no podía ser menos.
Jajajajjaa, menudo melón nos queda por abrir. Por ahora lo dejamos cerrado.